Consciente de la connotación que tiene, mi primer palabra altisonante fue ‘güey’, debió ser por ahí del primer año de secundaria, se la grité a un tipillo que intentaba hacerme la vida imposible.
A partir de entonces, el uso de improperios se volvió algo más común en mi vocabulario –sin ser tampoco, recurrentes-, pero eso sí, sabía en qué momento usarlo y frente a quién. Siempre en los recesos y con los amigos. Habiendo alguna mujer, fuera mi compañera de clases, amiga, o de algún otro grupo –y no se diga de la familia-, las suprimía completamente.
En la prepa, mientras más amistades femeninas hacía descubría que ellas también recurrían al lenguaje florido, no sin después de lanzar la palabrota, reír nerviosamente o sonrojarse; aún así, yo seguía sin decir una palabrota frente a ellas, pero con los amigos cada vez las usaba más.
En la universidad, justo ahí todo valió madre, ya cuando las mujeres te empiezan a pendejear o güeyear, estás perdido, pese a eso, jamás me he dirigido a mis amigas/conocidas/familiares como pendejas, pinches o similares. Pero eso sí, ya uso las palabrotas frente a ellas y frente a quien sea sin avergonzarme… sólo cuando alguna me reclama.
Pero creo, ya exagero en su uso, ya para todo, tengo que usar un pinche, o un que la chingada y es más notorio mientras manejo, o algo me hace encabronar y así.
No es que me de golpe de pecho, pero me gustaría ser como antes, cuando a los amigos les llamaba por sus apodos o nombres y no con el común güey, cuando decía entre dientes alguna maldición en la casa, cuando encontraba algún adjetivo mejor que el fácil insulto.
Cheers!
1 Opiniones:
jue may 17, 11:40:00 p.m.
Temo decirte que si, te has vuelto más grosero....y todas me caen a mi cuando vas manejando... :P porque a los que les dices ni se enteran...
Yo trato de no decir tantas porque se oye bastante mal...
Saluditos!
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