Qué importa si ya no es el joven aquel.
Con un estadio Omnilife hambriento de
eventos de calidad empezaba a llenarse poco a poco con gente deseosa de corear
las canciones de una leyenda viviente, de un hombre icónico de la música y
cultura popular, Sir Paul McCartney.
No es necesario siquiera mencionar
cuántas generaciones se congregaron, ancianos, niños, jóvenes o cuánta gente
vistiendo playeras con los rostros de Paul, George, John y Ringo, cuántas
banderas de la Union Jack
en sombreros, o a aquel cuarteto de fans
vestidos al estilo Sgt. Pepper. Todos congregados con el mismo fin del cual
hasta la misma luna parecía querer ser testigo.
Empezando a las nueve treinta de la
noche, sale Paul al escenario alzando su mano izquierda en señal de saludo, después
de colgarse su bajo los primeros acordes de Magical Mistery Tour comienzan a
sonar y todos estallamos de emoción que habíamos estado conteniendo.
Fueron tres horas con una seguidilla de
éxitos musicales tanto de The Beatles como de la carrera de solista de
McCartney [y Wings] como Drive My Car, Maybe I’m Amazed, The Long And Winding
Road, A Day In The Life, Jet, Let It Be, Hey Jude, Nineteen Hundred and Eighty-Five, y
muchísimos más para dar forma al
repertorio de aquella noche que contó con cuarenta canciones. Un recorrido por
cincuenta años de historia.
La noche transcurrió entre el éxtasis y
el repentino viento frío, pero jamás dejamos que eso afectara el ánimo.
Paul, procuraba hablar en español, o
digamos, leerlo en el acordeón que yacía junto a él en el suelo, saludando con
su ‘¡Hola, Guanatos!’, o refiriéndose a las canciones como ‘rolas’, explicando
cómo gracias al ‘cuento de los tres conejos sentados bajo un árbol’ había ‘aprendido’
español.
A pesar de sus casi setenta años, es un
hombre lleno de energía que a su vez es contagiada a nosotros como público, sin
duda, su sólo carisma podría llenar el estadio.
En lo personal, la emotividad llegó a
tal grado que, al escuchar The Long And Winding Road mi piel se enchinó e
involuntariamente unas cuantas lágrimas brotaron, o cuando grité al escuchar A Day In The Life, o Something [donde la intorducción la tocó con ukulele], Yesterday, o al ver salir a un
mariachi para acompañar a Ob-La-Di Ob-La-Da.
No le puedo poner ni un pero al evento en
gerenal, [quizás un tanto a nuestra ubicación, pero es lo de menos y a las
cervezas, esas si eran una mentada de madre, cien pesos cada una], fue todo
espectacular, escuchar todos esos éxitos en voz de uno de sus creadores no
tiene comparación.
* Les faltó incluir Paperback Writer.
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