Doña Asunción.

| 02 junio 2012 | 0 Opiniones |
Doña Asunción tiene cuarenta y dos años, su vida, según cuenta, no ha sido nada sencilla.

Originaria de la ciudad de Puebla ha radicado en México, D.F., Estado de México, Acapulco y ahora lo hace en Aguascalientes. Es una de doce hermanos, su papá, ya fallecido, solía tomar y era un hombre violento. Su mamá, quien aún vive, radica en el Edo. De México. Dice Doña Asunción, hará cochinito para un día visitarla.

Le encanta plantar en su patiecito, como le dice ella, ha plantado limones, aguacates, nopales, ha intentado criar pollos, quiere una gallina para así tener siempre huevos en la casa. Ahora tiene tres pollitos y ya desea que crezcan y engorden para comérselos. Sueña con volver al mar, pero no al horrible Acapulco.

No he sabido si asistió a la escuela, pero es fácil deducir que sí, lee de corridito, sabe hacer cuentas y escribir. No es ajena a la tecnología, aunque dice no saber usar una computadora, pero sabe que en Google puede buscar recetas y que con el Google Maps puede recorrer cualquier cuidad del mundo. 

Nunca se casó, o al menos no de la forma tradicional, pues a veces, cuando nos toca ver pasar a alguna novia, cuenta que le gustaría casarse para usar un vestido de novia. Vivió con un hombre, padre de sus dos hijos, un hombre y una mujer, ella de veinte años y el varón de dieciocho.

Hace tiempo abandonó a su marido, o mareado, como suele decir. Las razones, al menos una de ellas, que era/es un hombre desobligado que nunca brindó la atención que requiere una familia. Asunción, sin embargo, no se quedó en un rincón lamentándose.

La limpieza siempre ha sido su trabajo y de ésta manera ha podido criar a sus hijos. Dice, no quiere ver a sus hijos limpiando para los demás como lo hace ella y añade que no es porque sea algo indigno, sino que quiere una mejor vida para ellos, que si bien no pudieran llegar a tener una vida de lujos (sus hijos), que al menos tengan una con menores carencias.

Su hijo, Víctor, estudia la preparatoria, está a un año de terminar, su hija, Rocío, el pasado mes de enero acaba de ingresar a la licenciatura en mercadotecnia. Esto, obviamente ha hecho que la situación económica de la familia, que de por sí es complicada, se vea más afectada, pues, por ejemplo, su hija que trabaja durante la mañana y estudia por la tarde tenía que pagar algunas horas en un internet público debido a las tareas con la desventaja –además del monetario- que sólo podía hacer uso de este servicio por poco tiempo,  por cuestiones de horario. Por tal motivo, Doña Asunción tuvo agregar a la lista un pendiente más, además de la comida, luz, agua, escuelas, transporte.

Platica de sus carencias, de sus tristezas mientras baja el tono de voz, pero también platica a viva voz y con una sonrisa esos momentos felices como los que pasaba en aquel embarcadero de algún lugar del puerto de Acapulco, donde cuenta que comían pescado recién traído y en donde sus hijos aprendieron a nadar y si bien ella nunca aprendió, se lanzaba desde el muelle ataviada con su chaleco salvavidas.

Ley y el orden.

| 30 mayo 2012 | 1 Opiniones |
Hace algunas semanas llegó un policía vial al local preguntándome si podía dejarme su block de multas, como no me estorbaba en lo más mínimo accedí.

Durante la hora que estuvo dirigiendo el flujo vial tuve chance de echarle un ojo a una lista enmicada que estaba sobre todas las multas, la lista incluía todo el tipo de infracciones posibles además de una columna con el artículo que ampara dicha sanción, por ejemplo, si un motociclista va sin casto está suscrito en tal artículo, si un automovilista va hablando por celular en X, etc.

Hasta uno que no es policía vial entiende las infracciones, lo que no entiendo es por qué ellos no.

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En otra ocasión, un agente refunfuñón se paseaba por toda la calle y a todos les sacaba plática, llegó mi turno y después de unas preguntas que me realizó al azar se puso serio y me dijo:

-         ¿No tiene un tostón que me regale?, se lo pago en la quincena (50 pesos)
-         No, oiga. No traigo nada, pero deje veo
-         O una Sor Juanita (100 pesos), en serio se lo pago en la quincena…
-         No, de esos no tengo, nomás tengo este de diez.
-         Pues bueno, peor es nada.

Para qué era el dinero no lo sé, pero, ¿por qué carajos tendría que estarle mendigando a todos?

Pérdida de tiempo.

| 27 mayo 2012 | 1 Opiniones |
Otra vez llevaba  un par de párrafos tratando de llegar a una conclusión que podría resumirse en unas cuantas palabras: no se vale ir de pesca y lanzar varios anzuelos y ver qué pez pica. Eso me indica una terrible desesperación por sacar un clavo.