Para mi psicólogo

| 13 noviembre 2010 | 2 Opiniones |
Puede parecer tonto, pero uno de mis traumas más añejos, quizás desde hace unos dieciocho años, es: no puedo orinar en los mingitorios; a menos de que me encuentre solo en el baño.

¿La razón? Lo puedo atribuir a que, cuando cursaba la primaria, los baños del colegio todos eran sólo tazas, ninguno mingitorio, por lo cual, en mis primeros once/doce años de vida, jamás usé un mingitorio. 

Al cambiar de colegio, los baños también cambiaron y ya incluían ambas opciones, y también a gente más maldosa.

Fue en la secundaria cuando cambié de escuela, y por aquellos años la travesura de moda era: no permitir orinar a gusto a los que usaran mingitorios. Esto se lograba de la siguiente manera:

  • Localizar a la víctima, 
  • esperar unos segundos 
  • y jalarlo hacia fuera de dicho espacio. 
El resultado podía ser desde una simple carcajada entre cuates/enemigos, el regar las instalaciones y el peor de todos, que por cuestiones del destino, pasara una chica por la puerta principal del baño [siempre abierta] y viera aquel vergonzoso espectáculo... y algo más. Algo nada propio para un colegio católico, jeje.

Total, yo siempre quise evitar dicho chou [que casi-casi puedo asegurar no duró ni el año], por lo cual, me iba al lugar más seguro, los retretes; siempre tienen puerta y cerrojo.

Cheers!



P.S. Curiosamente, jamás me pasó a mi, pero el ser testigo de varios eventos, fue suficiente para traumatizarme.