Obra pública.

| 08 junio 2012 | 0 Opiniones |
Hace algunos meses, a nuestra flamante alcaldesa, Lorena Martínez, se le ocurrió meterse de lleno en las obras públicas, ya sea para mantenimiento o para embellecer la infraestructura, para realizar dichas acciones, se pidió sabe cuántos millones de pesos.

Que se lleven este tipo de acciones no las veo mal, al contrario, siempre es a beneficio de la sociedad, se supone.

El embellecimiento de ciertas áreas sin embargo, siempre me ha parecido un capricho del que está en el cargo. Pues, a mi manera de ver, importa más la funcionalidad de las instalaciones que su apariencia, eso lo veo más como un plus.

Sin embargo, la re-encarpetación que se ha realizado en las arterias principales [los anillos periféricos y otras como Héroe de Nacozari] me hablan de la pésima planeación. Comentaré en concreto de la Av. Héroe de Nacozari.

Hace más de dos meses empezaron las obras, las cuales, supuestamente habían sido terminadas y estaban por entregarse. Lo increíble ha sido que, en ciertos puntos, se ha tenido que volver a levantar el pavimento, puede uno ir por la avenida y toparse con hoyo tras hoyo, todos realizados al parecer por lo mimos: Olvidaron el alcantarillado. En ciertos puntos han abierto, mínimo hasta tres veces.

El colmo es el tramo olvidado, entre el segundo y tercer anillo, donde de plano, ‘olvidaron’ re-encarpetar y se limitaron a llenar de parches dicho tramo. Cada que he cuestionado a la alcaldesa por esta situación,  mediante twitter he sido ignorado [excepto una vez], si acaso obtengo respuesta, es por medio de otra cuenta que se limita a pedir disculpas por las molestias, y me anexan un enlace con las vías alternas, que como bien alguna vez comentó mi hermana, esas mismas vías alternas resultan estar también en obras.

Luego, vuelven a cerrar parcialmente dicha avenida, para la rehabilitación de banquetas, ¿no hubiera sido sencillo haberlo hecho en el momento en que estuvo cerrado por primera vez?, esta avenida es de las más transitadas en el estado, de hecho, recorre la cuidad de norte a sur, así que se han de imaginar los cuellos de botella en la hora pico. [No me vayan a salir con la comparación del tráfico de las grandes ciudades con esta pequeña ciudad, luego me hacen acordarme de la gente que compara climas *nota para el redactor: hacer un post de ese caso*]

Todo eso sin contar los días que están los escombros a medio camino sin que sean levantados y la nula señalización de las obras, la mayoría de las veces, uno se da cuenta hasta que está a escasos metros.

Qué chido que se trabaje en el mantenimiento de la cuidad, pero que lo hagan con verdadera planeación, porque, todo parece estar improvisado, si no, no entiendo porqué abrir y cerrar una y otra vez. También, no se si sea mucho pedir, pero eviten tener en obras de remodelación de las arterias  principales ¡AL MISMO TIEMPO! Caos.

God put a smile upon your face...

| 05 junio 2012 | 0 Opiniones |
Siempre me pondrá a sonreír como un idiota.

Ella se llama Estefanía y trabaja para una de las compañías refresqueras más grandes a nivel mundial. De aproximadamente un metro sesenta o sesenta y cinco centímetros de altura, cabello negro, ojos color miel, muy buen carácter, siempre o al menos las veces que he podido conversar con ella, de buen humor y una bella sonrisa.

La conocí un día que vino a ofrecer un producto de dicha compañía, hago hubo en la forma que lo pidió, además de la inmediata atracción que sentí, que no me quedó otra y acepté. Regresó más tarde junto con uno de sus compañeros a dejarme el producto, él se retiró y ella se quedó, me preguntó si se podía quedar para esperar a su mamá, obviamente, acepté.

Después de platicar unos diez minutos sobre cualquier cosa, llegó su mamá y su hermano menor, me los presentó y se fueron.

Ese día, fue la primera vez, después de mucho tiempo, que platicar con alguna chica, aunque fuera de asuntos un tanto banales,  me había dejado satisfecho y con mi sonrisa idiota.

Desafortunadamente, -aquí vienen algunos puntos de desventaja-, ella no trabaja en la bodega de la embotelladora que está a unos cuantos metros de aquí, sino en otra que está en las afueras de la cuidad. Ella viene una vez cada par de meses… si bien me va. Y siempre que pasa, va acompañada de algún supervisor, por lo cual, se dificulta un poco el poder platicar libremente con ella.

Desde aquella primera vez, cada que pasa por aquí, venga de visita laboral o no, voltea y me saluda y si me ve distraído me grita un ‘hola’ y ese simple gesto vuelve a traerme esa misma sonrisa de idiota de la primera vez y un revoloteo de alas de un Boing Jumbo… si las alas de los aviones revolotearan.

Semanas atrás, pude platicar con ella de manera más relajada [casi como la primera vez], a pesar de que venía acompañada, pues parece que ambos decidimos ignorar a su compañero lo más posible, aún así, me sentí algo intimidado –no por ella, sino por el acompañante-, como para pedirle su teléfono o invitarla a salir.

No voy a asumir nada, pero me gustó que mientras hablamos nuestras miradas nunca se apartaron y ambos sonreíamos. No quiero asumir nada.