People on streets...

| 18 mayo 2012 | 0 Opiniones |
Me siento y veo pasar a la gente e invariablemente, cuando veo sus rostros, sus expresiones su forma de caminar y me pongo a inventarles situaciones, sus temores, sus motivos de alegrías, sus preocupaciones, me resulta divertido hacerlo.
Sin embargo, también me crea el deseo de poder leer las mentes, aunque, supongo la idea la tenemos más de uno, si se pudiera tener ese súper poder, seguro sería contraproducente y hasta provocaría locura, escuchar todos esos pensamientos de cientos de personas arremolinadas en las calles.

Cheers!

Para mi psicólogo VI

| 15 mayo 2012 | 1 Opiniones |
Me he vuelto bien pinche grosero, un chingo.

Consciente de la connotación que tiene, mi primer palabra altisonante fue ‘güey’, debió ser por ahí del primer año de secundaria, se la grité a un tipillo que intentaba hacerme la vida imposible.

A partir de entonces, el uso de improperios se volvió algo más común en mi vocabulario –sin ser tampoco, recurrentes-, pero eso sí, sabía en qué momento usarlo y frente a quién. Siempre en los recesos y con los amigos. Habiendo alguna mujer, fuera mi compañera de clases, amiga, o de algún otro grupo –y no se diga de la familia-, las suprimía completamente.

En la prepa, mientras más amistades femeninas hacía descubría que ellas también recurrían al lenguaje florido, no sin después de lanzar la palabrota, reír nerviosamente o sonrojarse; aún así, yo seguía sin decir una palabrota frente a ellas, pero con los amigos cada vez las usaba más.

En la universidad, justo ahí todo valió madre, ya cuando las mujeres te empiezan a pendejear o güeyear, estás perdido, pese a eso, jamás me he dirigido a mis amigas/conocidas/familiares como pendejas, pinches o similares. Pero eso sí, ya uso las palabrotas frente a ellas y frente a quien sea sin avergonzarme… sólo cuando alguna me reclama.

Pero creo, ya exagero en su uso, ya para todo, tengo que usar un pinche, o un que la chingada y es más notorio mientras manejo, o algo me hace encabronar y así.

No es que me de golpe de pecho, pero me gustaría ser como antes, cuando a los amigos les llamaba por sus apodos o nombres y no con el común güey, cuando decía entre dientes alguna maldición en la casa, cuando encontraba algún adjetivo mejor que el fácil insulto.

Cheers!